

El Diario le servía para desahogarse. El 16 de marzo de 1944 anotó «Lo mejor de todo es que lo que pienso y siento, al menos puedo apuntarlo: si no, me asfixiaría completamente».
Ana, sin saberlo, dió a la humanidad entera, y especialmente a la juventud, un testimonio excepcional de optimismo, de esperanza y de amor a la vida...
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