domingo, 30 de septiembre de 2007

La torre del reloj... o las mil razones por las que estoy aquí dedicándome a ésto

Hoy subí a la torre...

Subí con mucha emoción, porque mi padre me había contado de pequeño algunas historías...



Según subía, me acordaba de todas ellas... y, por tanto, también de sus protagonistas...

Muchos de ellos ya han fallecido, incluso hace años, como el entrañable Chanchito (el sacristán), que dejó grabado en mi memoria su increíble malabarismo con el encendido de los "mixtos"...

Cada peldaño me traía una imagen, un recuerdo, un sentimiento... y arriba de todo... mi vértigo. Lo padezco desde niño y le tengo un miedo que creía insuperable... Con la ayuda del bueno de Nito "el guardia" y empujado por la vergüenza de fracasar en el intento, llegué a la vieja campana...

La vista mereció la pena, a pesar del miedo... y de las... 13 grúas que adornan el cielo de Ares.

La marea muy baja (estamos en las lagarteras), los barcos fondeados, tejados rojos los más (algunos muy nuevos, casi todos buenos y muy pocos totalmente rotos y caídos) y negros los menos (los de las moles, todos nuevos), las venelas escondidas, el joven Tilo en la retina, el viejo en el recuerdo y una maldición para el Hortensia, la desaparecida fuente del gremio, el drama de un viejo "cruceiro" y de unas amarras luego "malditas" en tiempos muy oscuros, el badajo oxidado de la vieja campana y su sonido al golpearla durante los últimos tres siglos (anunciando todos y cada uno de los "bandos" de todos y cada uno de los Alcaldes habidos, porque también sabía "tocar a bando" al ritmo que le imprimía primero Juan y después Benito), el mazo externo de las horas, de las medias y los cuartos..., hasta que ambos dejaron de tocar para dar paso al silencio durante algo más de un lustro, las quejas de los "desvelados" que la culparán (y me culparán) de no poder dormir, la compañia para los solitarios y solitarias que sentían "morriña" de su sonido, las nuevas farolas de la Iglesia, el pasar de las viejas carretillas del pescado, la "bola" de arriba del palco y algunos balones tan mañidos como ella, viejos balcones en peligro de extinción, edificios mal transplantados en el corazón del porto, sus callejuelas, el horno viejo, las golosinas de Doña Leonor, la "Estrella de Cuba", la de Matías, la de Maruja, la de Pancha (ahora Gelis), la primera tele en color encendida en el escaparate de Rogelio, el río de la "cachorra", la "zueca" ya sin ella, la espadana pre-floral del Corpus, la moto de Juan Carro y sus inyecciones (cita obligada todos los inviernos), la "silla" de Don Geno y su "Belén" desde la ventana, la barbería de Toñito, las fotos de los dos Vicentes contra el blanco de cualquier fachada, el piso del alto del Ayuntamiento en el que viví hasta los diez años, la telefónica y las telefonistas, los pastores ingleses, Don Baldomero y nuestra primera comunión, las Alianzas y sus bajos, el ancho de su verja por el que nos colabamos, el reloj de pared de Don José de Vera, el Himno gallego con Don Antonio Couceiro (y el arroz con chicharos y el barre basoira...), Don Federico y el "cantemos al árbol que voy a plantar..." y en el fondo, aunque me parezca o crea que no, las mil razones por las que estoy aquí dedicándome a ésto y... el Ares de hoy y de siempre... de toda la vida... con unos, con nosotros y con otros...

Por supuesto, como vamos a reformar la plaza de la Iglesia, también tenemos la intención de gestionar la recuperación de la vieja torre del reloj... pero tanto por fuera como por dentro... porque creo que no estaría nada mal que recuperara sus viejas escaleras de madera...

En todo caso, no eché nada en falta el camión que una empresa de descerebrados "varó" en la playa un par de días y varias... mareas... Por cierto, muy poca penitencia me pareció para la mierda de profesionalidad con la que vienen haciendo su trabajo.

Otra vez Buenas Noches, que ahora espero y deseo que sean las definitivas.

Nota de julín de ares: editado el martes, 2 de octubre, a la 1 y media de la madrugada.

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