Hoy en La Voz de Galicia
Línea abierta: Julio Iglesias, Alcalde socialista de Ares
Sobre la renovación en el PSdeG-PSOE
A propósito del congreso provincial del PSdeG-PSOE de A Coruña, considero necesario afirmar que la renovación no es un bien absoluto. Y menos si se reduce a un mero cambio generacional o de personas. Porque si Moreda tiene una gran trayectoria política, haciendo honor a su larguísima militancia; y Lage resulta que ya tomó posesión tres veces seguidas de su acta de diputado, dado que milita desde al menos tres lustros, resultaría que dicha renovación solo podría estar protagonizada por militantes aún más jóvenes que ellos y que, a diferencia de ambos, llevasen mucho menos tiempo como afiliados y cargos, lo que, sinceramente, no es ni serio, ni cierto, ni justo, porque, a priori, envidiables trayectorias políticas no pueden ser negativas, máxime cuando, también a priori, los honran.
¿Alguien dudaría, por poner un ejemplo, que Julián Besteiro les ganaría por goleada a pesar de que ahora tendría... 139 años y de que no representaría ninguna renovación ni generacional ni de personas, ya que llevaría militando y disfrutando de cargos desde... 1912? Por eso creo que lo mejor será elegir teniendo en cuenta, además de los liderazgos, también los equipos y las ideas, ya que solo así podremos percibir si lo que hay es una verdadera renovación o un casi siempre inútil, por carente de contenido político, mero cambio generacional o de personas.
Y es que la verdadera renovación es la política, por ser la única que se da en el exclusivo terreno de las ideas y de la confianza en quienes las lideran y sus equipos, ya que con ella les otorgamos o no credibilidad para llevarlas a cabo. En consecuencia, es evidente que el solo hecho de ser Lage más joven no presupone ninguna verdadera renovación, máxime cuando es público que hay militantes de larga trayectoria que también lo apoyan, del mismo modo que Moreda también tiene militantes jóvenes y de novísima impronta entre sus partidarios. Ello sin perjuicio, además, de que todos conocemos tanto a veteranos poseedores de las mejores virtudes como a jóvenes poseedores de los peores defectos de siempre... de toda la vida... que, carentes de oficio y beneficio, pretenden hacer del «quítate que me toca» su profesión y, por supuesto, viceversa. Cuestión que nos tendría que hacer reflexionar sobre la conveniencia o no de exigir a todos nuestros cargos, además de cierta trayectoria política, una profesional capaz de evitar que la política se convierta en su único sustento.
En conclusión, la elección del responsable provincial debe limitarse al plano de las ideas, de los equipos y de los liderazgos creíbles y, por tanto, sin menospreciar a ninguno de los dos candidatos y, menos aún, por caer en el error de considerar sus dilatadas trayectorias políticas como una rémora o un lastre. Sobre todo cuando, como es el caso, ambos quieren y los demás consideramos que aún pueden seguir aportando mucho más. Pero, eso sí, solo desde el lugar en el cual el juego democrático de las mayorías ponga a cada uno.
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